martes, 2 de octubre de 2007

¡A la Dire!

Muchas veces nos emocionamos como si tuviéramos algo que ver en esa maravilla que vivimos: lo hacemos como si fuéramos nosotros mismos los hacedores de tal encantadora acción; pero luego abrimos los ojos y tomamos conciencia de que no somos ni lo uno ni lo otro; pero la emoción perdura y se engrandece.
Y las pequeñas y grandes cosas son las que nos hacen sonreír y nos cambian la cara: el logro de nuestros hermanos “grosos”, un logro que no significa sólo dirigir tan bien que nos emocionan, sino, y por sobre todo, el saber que lograron todo eso porque antes tuvieron que vencer obstáculos tan gigantes como los molinos de viento. Y eso la hace importante a la Dire, que se entregó en cuerpo y alma por algo por lo que viene luchando desde que tiene uso de razón.
Y por eso la quiero tanto y es modelo para tantas cosas: para la lucha constante de la vida, que es dura, pero que cuadno hacés las cosas bien te felicita y te lo reconoce.
Pido disculpas por lo coloquial de mis palabras: pero le quiero rendir un pequeñito homenaje a Ceci, de quien estoy sumamente orgullosa y a quien quiero con el alma.