Dos cuerpos desnudos y un solo plato de cerezas frescas: sólo faltaba dar esos pasos gloriosos y disfrutar, sinestésicamente, de la vida. Dar lugar a los placeres más excitantes que la sabia Naturaleza ofrecía. Esperar y dejar madurar: dos procesos que se aplican a la vida en su totalidad.
Y allí estaban los dos cuerpos, sudorosos, temibles, atraídos por una fuerza mayor, que, simultáneamente, los unía y repelía una y otra vez. La atracción era fatal, imposible, inaguantable e irresistible; sin embargo, existía una barrera que era mejor no pasar. Una barrera que delimitaba lo natural de lo contranatura: y ellos la cruzaron.
Y el plato seguía ahí, pero las cerezas ya no: formaban ahora parte de un juego peligroso y ruin; eran las protagonistas de un juego cuyo final estaba anunciado, de un juego cuyo principio ya estaba escrito desde antes. Y ninguno de los dos quiso detenerse, porque el placer era un motor imposible de parar. Y las cerezas ya no estaban, pero el plato era testigo de lo que había desaparecido, por obra de una fuerza mayor que los controlaba y no los dejaba escapar a uno del otro, sabiendo que eso era imposible, ruin, insoportable.
Y así pasaron meses y años, y siglos: y las cerezas volvieron a crecer, y el cerezo del patio nunca envejeció, porque estaba destinado a ser el propulsor de una pasión que nacía cada vez más cada día; y las cerezas, los únicos testigos.
martes, 25 de marzo de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
El amante y el verdugo
Dejá de lastimarme; digo que no me importás más, pero lamentablemente, no puedo creerme. Soy mi propio verdugo, y vos sos mi arma mortal. Muero cada vez que te veo, muero y resucito al mismo tiempo.
Basta de histéricas promesas, basta de vos, basta de mí, basta de todos. Ya no quiero sentirte cerca, porque es una ilusión; pero tampoco quiero que te vayas, porque seguís estando aquí grabado, en lo profundo, en mis entrañas.
Desaparecé, te lo suplico, y no vuelvas más. No sé todavía para qué regresaste, pero desde ese momento, sólo estoy esperando tu partida. ¡Pero eso es mentira! Y lo sabemos, porque no queremos eso, porque queremos algo más, que nunca más será posible.
Basta de histéricas promesas, basta de vos, basta de mí, basta de todos. Ya no quiero sentirte cerca, porque es una ilusión; pero tampoco quiero que te vayas, porque seguís estando aquí grabado, en lo profundo, en mis entrañas.
Desaparecé, te lo suplico, y no vuelvas más. No sé todavía para qué regresaste, pero desde ese momento, sólo estoy esperando tu partida. ¡Pero eso es mentira! Y lo sabemos, porque no queremos eso, porque queremos algo más, que nunca más será posible.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)